CIUDAD SUSTENTABLE, ¿MODA,
NECESIDAD O QUÉ ES?
Esta
es una la ponencia que presenté como representante de la UNAM en la edición 85 de la reunión anual de la Asociación de Instituciones
de Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana (ASINEA) cuyo tema
principal fue el “Urbanismo y Arquitectura Sustentable: Presente y Futuro”, en
la Universidad de Sotavento en Coatzacoalcos Veracruz, mayo de 2011.
Introducción
Satisfacer
las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades
de las del futuro para atender sus propias necesidades sería una definición que se daría en el Informe de la Comisión Mundial
sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland): Nuestro Futuro
Común ONU el 11 de diciembre de 1987. Entender o meditar sobre conceptos nos
puede llevar a tantas conclusiones y deducciones como personas lo hagan; sin
embargo creo que podremos encontrar cuestiones comunes como la idea de
preservación y conservación.
Desde
los reportes de la OCDE que advierten
baja en la productividad de los terrenos agrícolas del país, migraciones, falta
de oportunidades y hasta la admiración de las nuevas construcciones de la
Ciudad de México todo está relacionado con un frágil equilibrio del medio
ambiente, que nos provee y cobija pero también nos cobra facturas por su mal
uso. La ciudad es un ser vivo,
complejo y fascinante sin embargo parece que hemos olvidado que este ambiente
modificado artificialmente por el ser humano ha sido para mejorar condiciones
el lugar para que nos permita vivir más
confortablemente y que hemos convertido en la superposición de contradicciones
y caprichos que intentan suplir a
condiciones dadas e ignora un medio físico que le rodea, como hacer plano lo
inclinado e inclinar a lo plano, crea ambientes artificiales y cambiar las
condiciones de los lugares alterándolos de una forma drástica, sin comprender
que cada que nos alejamos más de ese equilibrio y modificamos el entorno natural dependeremos más de él.
Hablar
de un urbanismo y por extensión ciudad sustentable, parecería ser hoy en día una moda más que un acto de conciencia, hablar
de esta cuestión debería ser más de razonamiento lógico, puesto que construir
ciudades dormitorios en donde pareciera que el ser humano es visto como un
número y ha perdido cualquier valor más allá del monetario es algo que
preocupa. El no poder concebir ciudades en las que se pueda caminar, en donde
se pueda convivir y interactuar o en algunos otros casos pareciera que creemos
en nuestra sobrada soberbia; ya que solo
nuestra acción de intervención del entorno podría generar el cambio drástico y
radical que se necesita para cambiar el modo de vida de las personas a las que
de nuevo sólo se ve como objetos.
En
fin en estas líneas me gustaría tratar el tema no visto desde los ojos de un
todo poderoso arquitecto sino de una persona más, una persona como todas y que
al final es quien sufre y/o goza las
decisiones mal o bien tomadas por parte de nosotros al crear un espacio.
Construyendo ciudad
Debemos comprender que la ciudad no es un tema que
corresponda única y exclusivamente al arquitecto o urbanista; es un ente que se
conforma nada más y nada menos que de la suma de muchas personas, desde miles hasta millones que no pueden o mejor
dicho no deberían ser entendidos como grupos separados si no como un todo.
Debemos entonces reconocer que aquellas
acciones que se tomen con relación a la ciudad al espacio por excelencia de la
vida humana debe ser una relación
multidisciplinaria. Sin duda nuestro papel no es cosa mínima porque somos
quiénes estaremos dedicados al diseño, planeación y construcción del espacio,
sin embargo no podemos ser todologos.
Debemos
dejar de ver a la ciudad como una serie de pedacitos separados; es decir que
por algún espacio o infraestructura común pero aparentemente ajenos entre
ellos, y verla como un todo complejo y diverso pero que aquella diversidad le
otorga una riqueza y características únicas. No podemos seguir ignorando la
presencia de aquello que nos desagrada o que no quisiéramos que existiera,
porque a fin de cuentas es un porcentaje de ciudad bastante amplio, el cual
sirve y nutre a esta organización cuyas manos erigen y dan dinamismo.
Ya
no podemos seguir creyendo que arquitectura sustentable es únicamente la serie
de edificios LEED que se construyen en distritos negocios de las grandes
ciudades o el edificio de gobierno o casa que recicla agua y usa lámparas
ahorradoras, si para poder construir estos se ha desarrollado una nueva zona a
expensas del área de reservas territoriales, zonas forestales o de conservación.
Si
una de las ventajas de la vida en ciudad es que al tener una mayor
densificación el costo de la infraestructura es menor y el área de impacto sobre
el medio ambiente se reduce; porque entonces la necesidad de expandir la ciudad
sin fin hacia el horizonte, ¿no sería más factible buscar el desarrollo de
estas zonas de impacto en lugares decadentes de la ciudad que permitan revalorizar
el sitio y mejorar las condiciones de sus habitantes sin ser segregados?, si
otra ventaja de vivir en ciudad es el fácil acceso a los servicios, ¿por qué
hay tantas personas que han dejado de medir las distancia en kilómetros y lo
han empezado a hacer en tiempo?, 1,2 ó hasta 3
horas de trayecto para llegar de un punto a otro. ¿A qué nos enfrentamos
cuando estas grandes concentraciones han salido de la capacidad de reacción de
autoridades, planeadores, y han constituido cinturones e marginación que
constituyen a una zona metropolitana a la que difícilmente se le puede definir
un límite, ahorcan la infraestructura de una ciudad central, ¿cómo poder llamar sustentable a
ello? Si bien los proyectos de gran impacto urbano como edificios corporativos,
complejos educativos, culturales, o industriales configuran y dan carácter a
una ciudad y sus ahorros en consumo son benéficos a la ciudad, la mayor parte
de la contaminación se produce en la vivienda en el hogar de esos miles o
millones de personas que viven en un sitio determinado, y si además sumamos que
esos hogares son en su mayor parte pobres ¿cómo incorporar tecnologías tan de
boga para producir impactos positivos al medio ambiente o mínimo permitir que
no sea tan nocivo? Y por otra parte una
sociedad de alto nivel adquisitivo indolente ante las carencias y necesidades.
Pareciera
que la segregación social nos ha hecho olvidar que la vida en una ciudad es
benéfica para todos al desarrollar una cooperación y diversificación de las
actividades productivas y que tanto unos como otros pueden beneficiarse en forma reciproca, una vivienda precaria no
puede producir su energía eléctrica gracias a celdas solares ni puede tratar
sus aguas para reutilizarlas sin embargo la ciudad se trata de colectivo así
que ¿Por qué no pensar que entre el apoyo de toda una comunidad y gobierno para
incorporar acciones y tecnologías en beneficio de la comunidad y ¿por qué no?
Pensar en que clases acomodadas pudieran incorporarse a estas acciones como medida de apoyo a una sociedad de a que
también forman parte; sin embargo, es aquí cuando entramos en otros campos que
son economía, política, sociología, etc., y es por ello que digo que el
arquitecto no puede ser todologo pero si puede incorporarse con su garbanzo de
a libra proponiendo por ejemplo casas que puedan usar el agua de la lluvia para saciar la sed.
Arquitectura vernácula y herencia ancestral
¾ de
la población mundial vive como se pudo haber vivido hace 5 mil años; para
generar desarrollo la fuerza de su trabajo es la única energía que tienen y han
logrado su subsistencia porque no cortaron sus vínculos con su medio natural; han aprendió a vivir en un balance con el
motor de la vida misma, los ciclos de la lluvia, las estaciones del año, sus
pueblos, ciudades, etc., son construidas
con el mismo suelo, su comida es producto del uso eficiente y cuentagotas de
sus recursos hídricos a diferencia de los monocultivos de los países
industrializados sembrados en extensiones gigantescas bañadas por sistemas de
riego que acapara el 70% del agua que consume la humanidad. La mitad de las
personas del mundo son quienes siembran nuestros alimentos pero están migrando
a las urbes y en este siglo 9 mil millones de personas serán herederas de las
condiciones en las que dejemos el mundo y vivirán en las ciudades; así que ¿por qué no plantear que no solo venga la
gente a la ciudad, sino también traiga esas actividades benéficas y necesarias
para todos?, ¿por qué no pensar en la construcción de huertos urbanos en lugar
de nuevos viaductos elevados?.
Construir casas que aprovechen de su
medio ambiente todo lo que este les da, agua de lluvia para el consumo, crianza
de animales de corral que permitan tener huevos, carne o simplemente pequeños
huertos de casa, materiales, dimensiones y formas adecuados al lugar en donde se vive, el árbol
en el patio de la casa, y otro en la acera, utilizan sus desechos para fertilizar,
para generar calor.
Si la estructura de nuestros pueblos
típicos de la provincia mexicana han funcionado en esquemas de dotación de
servicios y especialización de actividades llámese agricultura alfarería,
pesca, etc.; y a su vez funcionan en estructuras sociales y urbanas que
permiten la convivencia sin importar el nivel socioeconómico y permiten la
generación de recursos económicos que permiten la vida y permanencia de sus
habitantes, como puede ser el caso de los del Estado de Morelos. ¿Por qué
seguir creando clausters en los que pareciera que lo último que queremos es la
vida pública y privatizamos el espacio público
y concebimos al “mall” como el espacio social pero solo para cierta
parte de la población, entonces ¿Por qué no conservar esta tradición urbana de
los pueblos para generar ciudad? Generar subcentros que permitan que la
infraestructura, equipamiento y el trabajo este cerca de las personas, para que
estas no tengan que trasladarse por grandes distancias para llegar a ellos.
La vida en ciudad no es mala, todo
lo contrario; es lo más benéfico para el ser humano, pero no debe ser una
ciudad o comunidad que únicamente sirva como dormitorio sino una ciudad que tenga vida propia, que sea
económicamente productiva, que evite las grandes oleadas de migración a las
urbes que si la tienen. Se debe dejar de centralizar las actividades en ciertos
puntos y buscar lo más adecuado para cada zona.
Deberíamos entonces mirar hacia
atrás en busca de la experiencia que nuestra
tradición nos ha legado para tratar de resolver problemas del presente y
prever el futuro; dejando de importar modelos que no corresponden a nuestra
realidad ni características socioeconómicas en aras de una incorporación a un
sistemas global, ¿por qué no entrar a este sistema con condiciones que sean
favorables y propias? Y de nuevo a aquí la mezcla interdisciplinaria en que se
envuelve nuestro que hacer.
Áreas
de oportunidad
México
como país tiene una riqueza inmensurable de riquezas naturales; riquezas que
deberían ser utilizadas en beneficio de todos y que con una explotación
responsable podría ser un motor de desarrollo. Utilizar nuestros vientos, olas,
desiertos para producir una energía que no tenga que provenir del petróleo o de
utilizar toneladas de granos para producir agrocombustibles que podrían ser
utilizados para saciar el hambre de esa mitad de personas que viven en pobreza.
Volteemos a ver hacia las políticas
y acciones que se emprenden y provocan cambios significativos para la mejora de
la calidad de vida de los habitantes; el favorecimiento del transporte público,
la vida pública, la regentrificación, recuperación de espacios públicos y
verdes, en la medida en que se pueda alcanzar un mejor grado de confort en la
vida de la ciudadanía a través d acciones conjuntas, esta apoyara a las
decisiones y nos dará pautas para mejorar.
Conclusiones
Ser
más consientes y razonables al momento de tomar decisiones y pensar que la
tradición puede dar muchas herramientas para resolver problemas actuales y
generar innovaciones, desde el Vitrubio y sus consejos para el diseño de las
ciudades, la ciudad de Tenochtitlan y su relación con su medio natural, los
cinco puntos de Le Corbusier que en un análisis más profundo de lo que
generalmente hacemos podemos darnos cuenta que mas allá de cuestiones de
lenguaje arquitectónico o funcionales, es una arquitectura que a través de un
respeto total por el entorno de ventanas que permiten la relación el interior y exterior, tarraza que no solo
sirven como un medio para regular
temperatura y humedad sino también de una vinculación del hombre y la
naturaleza.
Dejemos de depredar y evitar que la
ciudad e vea como una agresión a la naturaleza, permitamos que sea la
naturaleza un componente clave de la
ciudad que en vez de ser desplazada por esta, se pueda introducir y al espacio
urbano.