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miércoles, 30 de agosto de 2017

CIUDAD SUSTENTABLE, ¿MODA, NECESIDAD O QUÉ ES?

CIUDAD SUSTENTABLE, ¿MODA, NECESIDAD O QUÉ ES?

Esta es una la ponencia que presenté como representante de la UNAM en la edición 85 de la reunión anual de la  Asociación de Instituciones de Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana (ASINEA) cuyo tema principal fue el “Urbanismo y Arquitectura Sustentable: Presente y Futuro”, en la Universidad de Sotavento en Coatzacoalcos Veracruz, mayo de 2011. 

Introducción

Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades sería una definición que  se daría en el Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland): Nuestro Futuro Común ONU el 11 de diciembre de 1987. Entender o meditar sobre conceptos nos puede llevar a tantas conclusiones y deducciones como personas lo hagan; sin embargo creo que podremos encontrar cuestiones comunes como la idea de preservación y conservación.

            Desde los reportes de la OCDE  que advierten baja en la productividad de los terrenos agrícolas del país, migraciones, falta de oportunidades y hasta la admiración de las nuevas construcciones de la Ciudad de México todo está relacionado con un frágil equilibrio del medio ambiente, que nos provee y cobija pero también nos cobra facturas por su mal uso. La ciudad es un ser vivo, complejo y fascinante sin embargo parece que hemos olvidado que este ambiente modificado artificialmente por el ser humano ha sido para mejorar condiciones el lugar para que nos permita  vivir más confortablemente y que hemos convertido en la superposición de contradicciones y caprichos  que intentan suplir a condiciones dadas e ignora un medio físico que le rodea, como hacer plano lo inclinado e inclinar a lo plano, crea ambientes artificiales y cambiar las condiciones de los lugares alterándolos de una forma drástica, sin comprender que cada que nos alejamos más de ese equilibrio y modificamos el  entorno natural  dependeremos más de él.

            Hablar de un urbanismo y por extensión ciudad sustentable, parecería ser hoy en día  una moda más que un acto de conciencia, hablar de esta cuestión debería ser más de razonamiento lógico, puesto que construir ciudades dormitorios en donde pareciera que el ser humano es visto como un número y ha perdido cualquier valor más allá del monetario es algo que preocupa. El no poder concebir ciudades en las que se pueda caminar, en donde se pueda convivir y interactuar o en algunos otros casos pareciera que creemos en nuestra sobrada soberbia; ya  que solo nuestra acción de intervención del entorno podría generar el cambio drástico y radical que se necesita para cambiar el modo de vida de las personas a las que de nuevo  sólo se ve como objetos.

            En fin en estas líneas me gustaría tratar el tema no visto desde los ojos de un todo poderoso arquitecto sino de una persona más, una persona como todas y que al  final es quien sufre y/o goza las decisiones mal o bien tomadas por parte de nosotros al crear un espacio.

Construyendo ciudad

Debemos  comprender que la ciudad no es un tema que corresponda única y exclusivamente al arquitecto o urbanista; es un ente que se conforma nada más y nada menos que de la suma de  muchas personas, desde  miles hasta millones que no pueden o mejor dicho no deberían ser entendidos como grupos separados si no como un todo. Debemos entonces  reconocer que aquellas acciones que se tomen con relación a la ciudad al espacio por excelencia de la vida humana debe ser  una relación multidisciplinaria. Sin duda nuestro papel no es cosa mínima porque somos quiénes estaremos dedicados al diseño, planeación y construcción del espacio, sin embargo no podemos ser todologos.

            Debemos dejar de ver a la ciudad como una serie de pedacitos separados; es decir que por algún espacio o infraestructura común pero aparentemente ajenos entre ellos, y verla como un todo complejo y diverso pero que aquella diversidad le otorga una riqueza y características únicas. No podemos seguir ignorando la presencia de aquello que nos desagrada o que no quisiéramos que existiera, porque a fin de cuentas es un porcentaje de ciudad bastante amplio, el cual sirve y nutre a esta organización cuyas manos erigen y dan dinamismo.

            Ya no podemos seguir creyendo que arquitectura sustentable es únicamente la serie de edificios LEED que se construyen en distritos negocios de las grandes ciudades o el edificio de gobierno o casa que recicla agua y usa lámparas ahorradoras, si para poder construir estos se ha desarrollado una nueva zona a expensas del área de reservas territoriales, zonas forestales o de conservación.

            Si una de las ventajas de la vida en ciudad es que al tener una mayor densificación el costo de la infraestructura es menor y el área de impacto sobre el medio ambiente se reduce; porque entonces la necesidad de expandir la ciudad sin fin hacia el horizonte, ¿no sería más factible buscar el desarrollo de estas zonas de impacto en lugares decadentes de la ciudad que permitan revalorizar el sitio y mejorar las condiciones de sus habitantes sin ser segregados?, si otra ventaja de vivir en ciudad es el fácil acceso a los servicios, ¿por qué hay tantas personas que han dejado de medir las distancia en kilómetros y lo han empezado a hacer en tiempo?, 1,2 ó hasta 3  horas de trayecto para llegar de un punto a otro. ¿A qué nos enfrentamos cuando estas grandes concentraciones han salido de la capacidad de reacción de autoridades, planeadores, y han constituido cinturones e marginación que constituyen a una zona metropolitana a la que difícilmente se le  puede  definir un límite, ahorcan la infraestructura de una ciudad  central, ¿cómo poder llamar sustentable a ello? Si bien los proyectos de gran impacto urbano como edificios corporativos, complejos educativos, culturales, o industriales configuran y dan carácter a una ciudad y sus ahorros en consumo son benéficos a la ciudad, la mayor parte de la contaminación se produce en la vivienda en el hogar de esos miles o millones de personas que viven en un sitio determinado, y si además sumamos que esos hogares son en su mayor parte pobres ¿cómo incorporar tecnologías tan de boga para producir impactos positivos al medio ambiente o mínimo permitir que no sea tan nocivo?  Y por otra parte una sociedad de alto nivel adquisitivo indolente ante las carencias y necesidades.

            Pareciera que la segregación social nos ha hecho olvidar que la vida en una ciudad es benéfica para todos al desarrollar una cooperación y diversificación de las actividades productivas y que tanto unos como otros pueden beneficiarse  en forma reciproca, una vivienda precaria no puede producir su energía eléctrica gracias a celdas solares ni puede tratar sus aguas para reutilizarlas sin embargo la ciudad se trata de colectivo así que ¿Por qué no pensar que entre el apoyo de toda una comunidad y gobierno para incorporar acciones y tecnologías en beneficio de la comunidad y ¿por qué no? Pensar en que clases acomodadas pudieran incorporarse a estas acciones como  medida de apoyo a una sociedad de a que también forman parte; sin embargo, es aquí cuando entramos en otros campos que son economía, política, sociología, etc., y es por ello que digo que el arquitecto no puede ser todologo pero si puede incorporarse con su garbanzo de a libra proponiendo por ejemplo casas que puedan usar el agua de la lluvia  para saciar la sed.

Arquitectura vernácula y herencia ancestral

¾ de la población mundial vive como se pudo haber vivido hace 5 mil años; para generar desarrollo la fuerza de su trabajo es la única energía que tienen y han logrado su subsistencia porque no cortaron sus vínculos con su medio natural;  han aprendió a vivir en un balance con el motor de la vida misma, los ciclos de la lluvia, las estaciones del año, sus pueblos, ciudades, etc.,  son construidas con el mismo suelo, su comida es producto del uso eficiente y cuentagotas de sus recursos hídricos a diferencia de los monocultivos de los países industrializados sembrados en extensiones gigantescas bañadas por sistemas de riego que acapara el 70% del agua que consume la humanidad. La mitad de las personas del mundo son quienes siembran nuestros alimentos pero están migrando a las urbes y en este siglo 9 mil millones de personas serán herederas de las condiciones en las que dejemos el mundo y vivirán en las ciudades; así que  ¿por qué no plantear que no solo venga la gente a la ciudad, sino también traiga esas actividades benéficas y necesarias para todos?, ¿por qué no pensar en la construcción de huertos urbanos en lugar de nuevos viaductos elevados?.

            Construir casas que aprovechen de su medio ambiente todo lo que este les da, agua de lluvia para el consumo, crianza de animales de corral que permitan tener huevos, carne o simplemente pequeños huertos de casa, materiales, dimensiones y formas  adecuados al lugar en donde se vive, el árbol en el patio de la casa, y otro en la acera, utilizan sus desechos para fertilizar, para generar calor.

            Si la estructura de nuestros pueblos típicos de la provincia mexicana han funcionado en esquemas de dotación de servicios y especialización de actividades llámese agricultura alfarería, pesca, etc.; y a su vez funcionan en estructuras sociales y urbanas que permiten la convivencia sin importar el nivel socioeconómico y permiten la generación de recursos económicos que permiten la vida y permanencia de sus habitantes, como puede ser el caso de los del Estado de Morelos. ¿Por qué seguir creando clausters en los que pareciera que lo último que queremos es la vida pública y privatizamos el espacio público  y concebimos al “mall” como el espacio social pero solo para cierta parte de la población, entonces ¿Por qué no conservar esta tradición urbana de los pueblos para generar ciudad? Generar subcentros que permitan que la infraestructura, equipamiento y el trabajo este cerca de las personas, para que estas no tengan que trasladarse por grandes distancias para llegar a ellos.

            La vida en ciudad no es mala, todo lo contrario; es lo más benéfico para el ser humano, pero no debe ser una ciudad o comunidad que únicamente sirva como dormitorio sino una  ciudad que tenga vida propia, que sea económicamente productiva, que evite las grandes oleadas de migración a las urbes que si la tienen. Se debe dejar de centralizar las actividades en ciertos puntos y buscar lo más adecuado para cada zona.

            Deberíamos entonces mirar hacia atrás en busca de la experiencia que nuestra  tradición nos ha legado para tratar de resolver problemas del presente y prever el futuro; dejando de importar modelos que no corresponden a nuestra realidad ni características socioeconómicas en aras de una incorporación a un sistemas global, ¿por qué no entrar a este sistema con condiciones que sean favorables y propias? Y de nuevo a aquí la mezcla interdisciplinaria en que se envuelve nuestro que hacer.

Áreas de oportunidad

México como país tiene una riqueza inmensurable de riquezas naturales; riquezas que deberían ser utilizadas en beneficio de todos y que con una explotación responsable podría ser un motor de desarrollo. Utilizar nuestros vientos, olas, desiertos para producir una energía que no tenga que provenir del petróleo o de utilizar toneladas de granos para producir agrocombustibles que podrían ser utilizados para saciar el hambre de esa mitad de personas que viven en pobreza.

            Volteemos a ver hacia las políticas y acciones que se emprenden y provocan cambios significativos para la mejora de la calidad de vida de los habitantes; el favorecimiento del transporte público, la vida pública, la regentrificación, recuperación de espacios públicos y verdes, en la medida en que se pueda alcanzar un mejor grado de confort en la vida de la ciudadanía a través d acciones conjuntas, esta apoyara a las decisiones y nos dará pautas para mejorar.

Conclusiones

Ser más consientes y razonables al momento de tomar decisiones y pensar que la tradición puede dar muchas herramientas para resolver problemas actuales y generar innovaciones, desde el Vitrubio y sus consejos para el diseño de las ciudades, la ciudad de Tenochtitlan y su relación con su medio natural, los cinco puntos de Le Corbusier que en un análisis más profundo de lo que generalmente hacemos podemos darnos cuenta que mas allá de cuestiones de lenguaje arquitectónico o funcionales, es una arquitectura que a través de un respeto total por el entorno de ventanas que permiten la relación el  interior y exterior, tarraza que no solo sirven como un medio  para regular temperatura y humedad sino también de una vinculación del hombre y la naturaleza.

            Dejemos de depredar y evitar que la ciudad e vea como una agresión a la naturaleza, permitamos que sea la naturaleza un componente clave  de la ciudad que en vez de ser desplazada por esta, se pueda introducir y al espacio urbano.