Dentro del Global City Index la nuestra figura no en posiciones envidiables cuando a términos generales de deseo de negocios se trata y además hemos caído varias escaños en los últimos años, sin embargo el ámbito de experiencia cultural en México siempre nos deja bien parados, pero pareciera que somos los habitantes de esta ciudad y este país los que la olvidamos, esto va más allá de las artesanías.
Un pueblo al que no le interesa saber de su pasado, cuyo presente es diverso y futuro incierto, se enajena y aleja de su identidad, caminando con pasos errantes hacia un horizonte poco claro. Los grandes momentos de la historia de un país evocan en ellos una identidad y unión que apoyados por acciones contundentes de sus dirigentes logran el desarrollo de sus pueblos en todos los ámbitos, desde los social, cultural o económico. Las grandes fechas pueden ser tan variadas como aniversarios, eventos deportivos o cambios de los grupos de poder. A ningún lado se puede llegar sin una buena organización ni un líder, así fuese el momento idóneo para el salto más radical de un pueblo, si su sociedad y dirigentes la dejan pasar desapercibida simplemente se quedarían estancados siendo sólo espectadores o quizá sólo una sombra en un vórtice de cambios que no dejan de suceder en el mundo.
En un momento en que México ansiaba tocar la modernidad y el primer mundo, apoyado por un crecimiento económico e industrial producto de las guerras y bonanza petrolera, aunado a la visión de grandes hombres. Luis Barragán, el gran arquitecto mexicano cuyo manejo de luz y color daría a la arquitectura moderna un sentido espiritual y más humano en dónde la arquitectura dejaría de ser una creación industrial. Barragán daría identidad y rostro a nuevas zonas en expansión de nuestra ciudad. Es precisamente que junto el pintor Chucho Reyes su gran amigo y Mathias Goeritz, crearían uno de los iconos inconfundibles de la zona metropolitana, las Torres de Satélite.
Mathias fue un escultor alemán que radicó en Marruecos, España y en 1949 se instala en México, torturado por la idea de pertenecer a una cultura que había causado genocidio, huye de la guerra, temeroso de los males que esta desencadenó. Siendo profesor, tenía miedo de que los movimientos estudiantiles del 68 pudieran desencadenar en una violencia tal como la vivida en Europa, como pintor y escultor, el creía firmemente en que la salvación del hombre podría estar solamente en el arte y no la política, por lo cual fue un gran promotor de esta. Mathias no se aboco exclusivamente a la pintura y escultura, se inmiscuyó en diversos aspectos de la vida cultural, desde la arquitectura hasta los timbres postales, colaboro en la organización de las actividades culturales de la Olimpiada de México 68 que estaban a cargo de Ramírez Vazquez.
Un artista en la búsqueda constante, emocional y nunca conformista. La obra de Mathias Goeritz es en su mayoría para el exterior, una obra que rompe con la rigidez, que se acerca a las texturas y colores, la integración plástica que lograría con sus esculturas urbanas que su arte fuera público adecuado a la modernidad, con un carácter regionalista y abstracto, pero que deja atrás a esas mitificaciones de héroes y gestas, convirtiéndose en algo contemplativo.
Rompiendo con la casi ingenieril tendencia de la arquitectura moderno de la primera mitad del siglo XX en donde el hombre se adapta a la arquitectura.máquina en lugar de la arquitectura adaptarse al hombre, Mathias crea un espacio en dónde se pueda romper con esa cuadratura y generar sensaciones y emociones, dando lugar al Museo Experimental El Eco, lugar en el que logra la integración plástica que permite el cruce de fronteras de la arquitectura, la escultura o la música. Goeritz es un provocador urbano de arte monumental y espiritual.
De norte a sur, desde la Ruta de la Amistad hasta las Torres de Satélite, Mathias sería un gran artista que con su trabajo daría identidad al espacio urbano.
Un artista en la búsqueda constante, emocional y nunca conformista. La obra de Mathias Goeritz es en su mayoría para el exterior, una obra que rompe con la rigidez, que se acerca a las texturas y colores, la integración plástica que lograría con sus esculturas urbanas que su arte fuera público adecuado a la modernidad, con un carácter regionalista y abstracto, pero que deja atrás a esas mitificaciones de héroes y gestas, convirtiéndose en algo contemplativo.
Rompiendo con la casi ingenieril tendencia de la arquitectura moderno de la primera mitad del siglo XX en donde el hombre se adapta a la arquitectura.máquina en lugar de la arquitectura adaptarse al hombre, Mathias crea un espacio en dónde se pueda romper con esa cuadratura y generar sensaciones y emociones, dando lugar al Museo Experimental El Eco, lugar en el que logra la integración plástica que permite el cruce de fronteras de la arquitectura, la escultura o la música. Goeritz es un provocador urbano de arte monumental y espiritual.
De norte a sur, desde la Ruta de la Amistad hasta las Torres de Satélite, Mathias sería un gran artista que con su trabajo daría identidad al espacio urbano.
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